El día 31 de enero de 2012, el alcalde reconoció en seis ocasiones que incumple sistemáticamente la Ley 42/2010, de 30 de diciembre, cuando desempeña sus funciones como alcalde en el despacho destinado al uso de los mismos en el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial. Ateniéndonos a sus palabras y dependiendo de la hora del día, del día de la semana y de las ganas que tenga, entendemos que José Luis Fernández-Quejo, el alcalde, incumple la Ley 42/2010, de 30 de diciembre, un poco, mucho o muchísimo.

En el transcurso del Pleno Ordinario, 31/enero/2012, José Luis Fernández-Quejo afirmó abiertamente que él no cumple la ley 24/2010, de 30 de diciembre. La delirante conversación que mantuvo con el Sr. González Badajoz carecería de importancia si no fuera porque durante la misma el alcalde mostró el desprecio que siente por dicha ley, cuyo desconocimiento no le exime de su cumplimiento. Como al resto de los mortales. En un momento dado, el Sr. González Badajoz preguntó al alcalde:

–¿Hay legalidad todos los días en este Ayuntamiento?

–Que yo sepa, sí –Respondió el alcalde–.

–¿Por qué se fuma entonces en las dependencias municipales? –Preguntó atónito ante la respuesta el Sr. González Badajoz–.

–Yo no sé quién fuma –Contestó el alcalde–. Yo fumo en mi despacho cuando está cerrado.

–Por lo tanto es ilegal, porque es una dependencia municipal –Replicó el Sr. González Badajoz–.

–Pues yo no lo sé, depende cómo lo considere –Dijo el alcalde–. Puede ser ilegal, no lo sé […] Pues mire. Yo cuando estoy en el despacho por la tarde, pues fumo. Cuando estoy por la mañana procuro no fumar, casi no fumo, pero por la tarde sí fumo. Y si vengo, como el domingo que me pasé aquí media mañana, pues sí suelo fumar.

–Pero, ¿el Ayuntamiento está abierto al público? –Insistió el Sr. González Badajoz–: ¿Por las mañanas ¿no fuma nunca?

–Alguna vez –Contestó el alcalde–. Cuando ya no aguanto más. Pero en la mayoría de los casos, no. Y por las tardes es verdad que cuando vengo si fumo, pero el ayuntamiento está cerrado al público […] Ahora, en cualquier caso, lo que sí le digo es que voy a aprovechar para no fumar en el despacho en absoluto, no lo poquito que fumo por la mañana […] porque a partir de ahora no fumaré en el despacho por la mañana […] Si el ayuntamiento está cerrado, entiendo que sí puedo. No lo sé. Tendría que aclararlo porque es que no lo tengo claro. Bastante desgracia tengo que fumo, y los que fumamos, que es una desgracia.

Claro que es una desgracia el tabaquismo, alcalde, como la obesidad y la hipertensión. Tabaquismo, obesidad e hipertensión que son un cóctel explosivo para las arterias coronarias.

Pues en semejantes manos estamos, damas y caballeros. Así que Dios nos pille confesados.

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